martes, 7 de febrero de 2012

Lo que el ojo no ve.

En el último entrenamiento celebrado durante la tarde de ayer, hicimos entrega a nuestro compañero Javi Hidalgo de un balón firmado por el resto de sus compañeros. Fue el premio por salir vencedor de una de esas competiciones que hacemos al final del entrenamiento, cuando lanzamos unos cuantos disparos a puerta. Tranquilos, haremos más. Pero aquí os dejo una de mis fotografías preferidas. Javi posa, orgulloso, junto a sus compañeros y con su balón firmado, un recuerdo que irá adquiriendo valor conforme vayan pasando los días, semanas, meses... años. El fútbol empieza a tener sentido para estos pequeñajos.

Porque esta imagen no es una simple instantánea tomada al final de un entrenamiento; ni ese balón es un balón corriente. No. Además de diez caritas sonrientes, en esta fotografía estoy viendo la amistad que se empieza a forjar gracias a los meses de convivencia, gracias a un divertido proceso de aprendizaje en grupo. Javi tiene su balón, su premio; y sus compañeros se muestran alegres de ver a su compañero también feliz, y es por ello que espontáneamente se abrazan en torno a él. Sólo el trabajo en equipo es capaz de despertar en los niños valores como la generosidad o el compañerismo.

Nuestro equipo prebenjamín de la Peña se está convirtiendo, poquito a poco, en un grupo de amiguetes que comparten aficiones y objetivos en común, y empiezan a comprobar lo bonito que es tener la certeza de que tu compañero te apoya, te respeta y te admira. Juntos están creciendo y adquiriendo valores que les harán ser mejores personas, y esta imagen habla por sí sola.
A veces, el fútbol hace milagros que el ojo no ve.

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