
Porque esta imagen no es una simple instantánea tomada al final de un entrenamiento; ni ese balón es un balón corriente. No. Además de diez caritas sonrientes, en esta fotografía estoy viendo la amistad que se empieza a forjar gracias a los meses de convivencia, gracias a un divertido proceso de aprendizaje en grupo. Javi tiene su balón, su premio; y sus compañeros se muestran alegres de ver a su compañero también feliz, y es por ello que espontáneamente se abrazan en torno a él. Sólo el trabajo en equipo es capaz de despertar en los niños valores como la generosidad o el compañerismo.
Nuestro equipo prebenjamín de la Peña se está convirtiendo, poquito a poco, en un grupo de amiguetes que comparten aficiones y objetivos en común, y empiezan a comprobar lo bonito que es tener la certeza de que tu compañero te apoya, te respeta y te admira. Juntos están creciendo y adquiriendo valores que les harán ser mejores personas, y esta imagen habla por sí sola.
A veces, el fútbol hace milagros que el ojo no ve.
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